lunes, 26 de abril de 2010

Estirpe

Mi pelo es largo y fuerte.

Mi casa es robusta y grande.

Mi estirpe es de gigantes que dejaron de ser guerreros.


A mí me lleva el instinto.


Desde aquí puedo olerte.

viernes, 23 de abril de 2010

Coge la flor

Coge la flor de la boca del cielo,
lava la sombra del fin del dolor;
rompe la rosa que tapa la lluvia,
mancha el sonido de la vibración.

Lame la lupa de la voz de luna,
lanza el sonido de luz tulipán;
corta la tapia de la risa amarga,
viste tu casa con el sol de Pan.

Todo el ocaso de la zona libre
está endemoniado por la ficción;
tu amor y tu nombre se mezclan de golpe,
remanso de olores en la insurrección.

La casa de rosas expande corales
vertiendo en las aves un trozo de anís;
la boca que toca los cien cereales
reparte la brisa en la voz de Asís.

El Búfalo canta que quiere la sombra
del cielo que vio cuando se fue a París
y escribe sin tregua postales de loza
fijando en lo eterno lo que vio en Berlín.

No cantes si acortas el vuelo al volante.
No huyas del beso del alquitrán,
respira el respeto de las amapolas,
un opio secreto como un tobogán.

Memorias del lobo deciden prisiones
pidiendo en los hombres la ingenuidad,
perdiendo las fauces en las estrellas
por poco que sueñes con ser capitán.

Repito los versos que escribí llorando
pensando en lo mucho que te conocí
y ahora que leo en los pasos contados
de la memoria mía me desprendí.

Caballo sin vallas llanura de cobre:
la voz de la lluvia nos violentará
firmemos la zambra de la mañana
con vino de oro y la plata final.

¡Coge la flor de la fosa inmortal!
Revuelve la cresta que te pica el cuello.

La voz que preparo reventará los cimientos
de esa flor del honor que te ofrezco sin más.

(Si te llaman poeta no respondas jamás)

Cuando llegue

... Y cuando llegue la primavera te acercaré a la ventana. Que sientas el sol en la cara y el dulce sonido de los pájaros. Te acariciaré el pelo y te susurraré cosas bonitas como si fueran poesías. Cuando llegue la primavera. Tocaré tu música como si fuesen sonatinas dormidas y caminaré descalzo para no molestarte. Te traeré flores, te las acercaré para que las huelas y que recuerdes las cosas más bellas. Te hablaré campanillas, te miraré con la ternura de los enamorados y pondré tu cuello junto al mío, que sientas un pequenio calor. Te diré que hoy estás preciosa, te hablaré del azul celeste y de las naranjas en las plazoletas. Cuando llegue la primavera. La primavera.

Después, cuando llegue la noche, nos escaparemos por los tejados y te llevaré a ver cómo están las calles, verás las luces de las avenidas y los parques cómo duermen, sabes?, ahí nunca hay silencio, siempre hay un rumor de aire, de ramas, de susurros que se derraman por las ventanas, el teatrillo de la gente que pasea, la voz real de las gargantas, suaves risas y aire.

Si quieres dormir, te arroparé para que no sientas frío. Te pondré en la postura más cómoda, como las personas que duermen. Te arrullaré nanas lentas para que duermas suavemente, enredaré mis dedos en tu pelo y te cerraré los ojos con carinio. Te diré hasta maniana y pondré mi cuerpo junto al tuyo, dormiré a tu lado para que no tengas miedo. Seguro que pronto llega la primavera. Seguro que pronto llega la primavera.

martes, 20 de abril de 2010

Con la mano torcida

Me había partido la mano. Los dibujos que deberian ser pieles tersas, piernas largas o cuellos altos se me llenaban de cristales y de astillas. Qué torpe!.
Con cuidado, intentaba seguir la línea recta de las columnas, una curva cinturera, el viento cuando pasa por las ramas, un leve soplido en el cabello con la ventana abierta.

Después del frío, del calor y de todo lo contrario, después del Norte, del Sur, del Este y del Otro... va el aire y te mueve el pelo.
Después de subir, de bajar y de descansar, después de maniana, tarde noche y volver a empezar... va el aire... y te mueve... el pelo.
Qué simple, Adriana, al tomar café, el azúcar sabe dulce y el café sabe a café, y si miras por la ventana, se ve cómo pasan las estaciones, una tras otra, ordenadamente en procesión, estamos en un tren y mira qué bien pasan las estaciones, lo hacen sólo para nosotros, qué simple, Adriana, el café es dulce.
Y después nos reiremos con las cosas que nos han pasado, será divertido, que pasen veinte, treinta, cincuenta anios, y me cuentes los animalitos que te has encontrado en tu bosque. Adriana. Qué bonito!, reírnos en Primavera y en Otonio, y cuando nos cansemos, volveremos a empezar. Más bonito que el azul celeste, más bonito que una tarta de mandarina, más bonito que tu hada madrina. Mmmm, déjame que empiece de nuevo.

Querida Adriana:

Tú eres una cosita chiquitita que se pega en la solapa de los chaquetones de invierno. No, mejor, tú eres el refrigerante fresquito que refresca las tardes de verano. Miento, tú eres un bichito que se cría en las macetas con geranios que cuelgan en las ventanas blancas. No me entiendas mal, si te dijera que eres un perfume, serías el increíble sonido de los colores; si te dijera que eres una foto, serías dulce salada como las manzanas de caramelo que se regalan a los ninios cuando van a la feria; o si te dijera que eres un sabor, serías el del lápiz de cuando estabas en el colegio, antes de pintar un retrato de tu familia.
A ver si me explico, ésto no es un mono de feria, ni un mono de trabajo, ni un mono de yonki ni un mono de estéreo, es más, esto no es ni siquiera un mono, ni un manojo de claveles, ay, Adriana!, si yo pudiera escribir manojo de claveles!, estaría escribiendo como escriben los jardines botánicos, como susurran los parques, como miran las ventanas, como pisan los gatos, escribiría como si yo estuviera en Alemania y tú en Barcelona, yo te escribiría cartas que te dijeran

Querida Adriana:

Sigues jugando con las hojas secas de los árboles? sigues mirando por la ventana por la tarde? seguro que sigues haciendo la croqueta por ahí con los calcetines de colores. Yo sigo teniendo bicicleta, no es maravilloso? en invierno se me siguen congelando las orejas, pero mi gorro ruso me salva de la congelación, el Gorrof, el de las orejas calentitas. A veces oigo pinceles cuando voy en bici, otras veces veo violines pintar cuadros de mediodía, o de tarde, ya ves, todo sigue igual en todos los sentidos, qué bonito!, cuántas cosas nos quedan, no?. Ahora quiero invitarte a galletas. Y las galletas son muy especiales. Cuando te vea, voy a regalarte una galleta. Una galleta!. La gente seguro que pensará otra cosa, pero sólo nosotros sabemos toooodo lo que significa regalar una galleta.

Querida Adriana:

Quiero mandarte un mail. Un mail bonito, que te guste y que sonrías cuando lo leas. Un mail con colores, con olores y con todo lo demás. Un mail con pianos, violines y clarinetes. Un mail con rojo, azul y naranja. Un mail que me pueda acercar y, cuando estuviera cerca, soplarte suavecito para que se te moviera el pelo. Tú pensarías que es una suave brisa desde la ventana, pero sería yo, que soplaría suavecito... y se te movería el pelo, tú no te darías cuenta y no pasaría nada, en otro momento me volvería a acercar y no te darías cuenta, porque por eso lo haría, para que no te dieras cuenta. Sólo eso. Acercarme un poquito. Soplar con cuidado. Y va el aire... y te mueve el pelo. Va el aire... y te mueve... el pelo.

Yo era una fotografía. Tenía una mano partida y sólo podía dibujar aristas y esquinas. Qué torpe!, poniéndole collares a la luna para que no lo notara o notase. Riscos en vez de playas. Encallado en la bahía de su omoplato. Y un mástil de barco saliendo de la barriga.